Como ya dije en la entrada en la que hablé de la K1200R, esta moto me dejó un sabor agridulce, quizás fui demasiado osado, entrando en un segmento que no me terminaba de convencer, como eran las motos "naked" de gran cilindrada, sin duda alguna me dejé llevar por la agresiva figura de la BMW, que todavía hoy me sigue encantando. Seguramente, como hice un experimento, que no salió completamente redondo, decidí ir a lo seguro, y volví a confiar en Honda y en un modelo que ya conocía, la VFR. Este modelo como ya reseñé en su momento era una maravilla de la suavidad, de la terminación en sus acabados, parecía que tenía un motor eléctrico, te permitía hacer muchas cosas bien y con comodidad, pero es precisamente lo que no me convenció en la vuelta al modelo de Honda, seguía siendo suave, cómoda y más segura gracias al ABS, pero precisamente este modelo incorporaba como novedad el sistema V-TEC4, un prodigio de la técnica que a mi no me convenció lo más mínimo. La peculiaridad de este sistema radica en que hasta las 7.000 r.p.m., el motor funciona como una bicilíndrica para dotar de más bajos, cuando se circula a pocas revoluciones y a partir, de ese rango entran los cuatro cilindros para tener "chicha" arriba, pues bien, ni se notaba tanto el aumento de potencia abajo, ni se notaba arriba y además el paso por las 7.000 r.p.m., era bastante incómodo, porque daba la sensación que la moto no terminaba de empezar a tirar con fuerza, vamos, un rollo. Es posible que en mi desencanto influyera que venía de motos de entre 150 y 160 CV. a una de 110 CV., y en una distribución de la línea de potencia radicalmente. No os equivoquéis, salvo el problema del bache de potencia, el resto de la moto funcionaba como un reloj suizo, con una suavidad insultante y con una fiabilidad que pocas marcas salvo Honda te pueden regalar.
Me tuve que volver a equivocar en la elección, para darme cuenta definitivamente que tipo de moto era la que me apetecía de verdad, y es que el veneno de las deportivas, me había infectado, sin posibilidad de cura. Cada vez que salía a dar una vuelta con amigos y ellos llevaban una RR, se me ponían los dientes largos y aunque llevaba la VFR en lo más alto del cuentarrevoluciones, no había manera, estaba más mosqueado que un pavo en "acción de gracias", además cuando a la VTEC le buscas las cosquillas en carretera de curvas, se las encuentras demasiado deprisa. Las suspensiones son demasiado blandas, te quedas corto de potencia en la salida de las curvas, el cambio es mas lento de lo deseado, otorgándote con algún susto, en reducciones bruscas en forma de "punto muerto" inesperado, lo digo por experiencia, mis amigos Valentín y David, lo saben bien, ya que estaban uno de los días que pasó, y os puedo asegurar que no es ningún plato de gusto. Precisamente un día que fuimos a dar una vuelta David y Yo, pronunció las palabras mágicas, "Quieres probar la R1?", ha sido, con diferencia, de todas las motos que he probado en mi vida, la que más me ha impresionado en la primera toma de contacto, tanto fué así que mi siguiente moto fue una R1. Os podéis imaginar lo que sentí cuando me volvía a sentar en la VFR, uffff!!, que aburrimiento!!!, no veía el momento de soltar mi moto en un concesionario de compra-venta.
La verdad, es que la tuve poco tiempo, desde que probé la superbike de Yamaha, eso sí la estética del buque insignia de Honda me sigue pareciendo superatractiva, porque como siempre comentamos entre amigos, cuando dejas tu moto aparcada y te giras para mirarla, tienes que babear desde el primer día al último. Por último puntualizar, que esta moto es ideal para quién quiera una moto para todo, ciudad, curvas, viajes, es decir, yo la daría un 7 en todas estas facetas, que ya es bastante, quizás en carretera subiría hasta un 8, porque es realmente cómoda y la suavidad y finura de marcha es elogiable. Una gran moto, pero que por segunda vez, no era lo que necesitaba en ese momento.
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